martes, 1 de octubre de 2013

Tres pivots blancos para el OAR

El domingo empezó una nueva temporada de baloncesto, y aunque oficialmente no da comienzo hasta el Día del Pilar, para mi, para Carmen y para Octavio que estrenamos carné en los tornos del Príncipe Felipe, era el pistoletazo de salida de una ilusionante temporada, estrenado también una rutina que repetiremos a los largo de las 17 jornadas de este curso baloncestístico 2013/2014.


Yendo para el pabellón a la presentación del CAI recordaba momentos de infancia y nerviosismo entrando en el viejo pabellón de Punta Arnela de Ferrol. Me es tremendamente fácil trasladarme a aquella época ya que cuando vives lejos de casa la memoria vuela, recuerda, fantasea, mitifica, y a mi, en este momento y en este blog, mi memoria me pide mitificar aquellas lluviosas mañanas de domingo en aquel pabellón donde empezó todo para el baloncesto profesional español. Si, para mi todo empezó en aquel pabellón y para muchos otros en el Pabellón Municipal de Deportes de Zaragoza (cuando llegué a vivir a Zaragoza me enteré que se le conocía por “El Huevo”), y en el del Baskonia, el del Cotonificio, el del Areslux Granollers, el del Askatuak, el del Caja de Ronda y en todos los pabellones que empezaron a llenarse para ver baloncesto. Todos aquellos equipos, sus historias y sus viejas canchas, su público entregado y sus jugadores calzando las John Smith fueron los que hicieron posible el boom del baloncesto español.


Cuando llegué a Zaragoza y hablé de baloncesto por primera vez aquí con alguien, rápidamente conocí a los mitos del CAI y un nombre se repetía constantemente, el del gran Kevin Magee. Y al momento recordaba aquel número de Gigantes del Basket en el que aquel CAI levantaba la Copa del Rey y una foto en la que salía Magee machacando el aro con unos brazos impresionantes. Esa foto estuvo en mi carpeta del colegio durante todo un curso compartiendo espacio con un tremendo tapón de Nate Davis con la inolvidable camiseta del Miñón Valladolid (prometo hacer varias entradas en este blog dedicadas al gran Davis) y por supuesto con el que fue nuestro primer gran mito en Ferrol: Lars Erick Hansen. Hansen fue un rubio canadiense de origen danés que había sido drafteado ni más ni menos por los Lakers y que estuvo en Punta Arnela la temporada 1980/1981, año del debut de mi querido OAR de Ferrol en la Primera División. En esta primera entrada de este blog miro para atrás para recordar a Hansen, que hizo tan buena temporada que al año siguiente se lo llevó el Barcelona, con el consiguiente llanto mío y de todos mis amigos de patio de colegio que prometimos odio eterno y venganza contra ese todo poderoso Barcelona que nos robaba a nuestra estrella. Pero también para recordar a los siguientes extranjeros que tuvimos en Ferrol, el pivot zurdo Rick Hunger que hizo una discreta temporada y no fue valorado justamente ya que sustituir a Hansen era demasiado difícil, para dar paso en la temporada 1982/1983 al yankee Malcom Cesare, gran fajador bajo los aros. Curiosamente los tres de raza blanca algo que yo no entendía pues empezaba a descubrir la NBA y a aquellos grandes pivots negros que dominaban el baloncesto espectáculo.


El domingo, cuando pasé mi carné por el torno del Príncipe Felipe para ver las nuevas incorporaciones del CAI, sobre todo a los dos georgianos (que ya marcan su calidad desde el primer partido), recordé el Seat 124 de mi padre y como en el coche me iba contando a qué equipo íbamos a ver, recordé el humo del tabaco en aquellas gradas desmontables de Punta Arnela, el ruido, el pitido del árbitro, los gritos de victoria y la ilusión de una ciudad que ya empezaba a oler a perdedora.


Si, el domingo tuve la sensación de rutina en el paseo hasta el Príncipe Felipe, veremos qué nos depara la temporada, el listón está demasiado alto pero la ilusión del niño pequeño que todos llevamos dentro hará que nos divirtamos mucho esta temporada, eso está garantizado.

por Víctor López

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