Es un nuevo concepto, una genialidad
del marketing futuro, el modelo de comunicación más revolucionario:
la promoción postmodernista de un territorio que reconoce que el
turismo ha de ser uno de los vértices de su progreso.
Por todo eso, hemos prescindido del don
de la palabra, del arte de la letra, de la certidumbre de la
visibilidad, para depositar toda nuestra fe, y nunca resultó más
apropiado el término, sobre una entelequia etimológica de ignotas
consecuencias.
Sabemos que el club se llama Basket
Zaragoza 2002, que sus rivales allende los mares lo conocen como el
equipo de Zaragoza, Saragosse, Saragossa, Salduie, Caesar Augusta.
Que uno de los patrocinadores estampa su “Zaragoza Deporte” en
los bajos del pantalón, desde donde ruge un león rampante
inaudible. Por eso mismo somos conscientes de que el punto que
concentra todas las miradas durante un partido de baloncesto, es la
camiseta de tirantes bajo la cual destacan los abultados e
innumerables músculos de los gigantes, de los héroes mitológicos
que buscan la canasta como destino único y vital, de los gladiadores
que defienden con sus fundamentos y habilidades los colores que
representan a un club y a una ciudad.
A finales de octubre de 2013 una
noticia en Heraldo sobre los informes de la Cámara de Cuentas
conquistaba nuestros corazones: “La Consejería de Presidencia
(del Ayuntamiento de Zaragoza) dio bajo un contrato de
patrocino 1,4 millones al CAI Basket en 2011, que la Cámara de
Cuentas considera que podría “ocultar la existencia de una
subvención concedida al margen de la ley”. En su informe, señala
que no se puede verificar la existencia “de una real equivalencia
entre las prestaciones hechas por ambas partes”. Indica que la
memoria económica, sin fecha ni firma, no justifica el importe y que
el CAI no ha cumplido sus compromisos. N.A.M.”. Ni aquel año,
ni los siguientes, el nombre de Zaragoza volvió a aparecer como
sostén del patrocinador principal del equipo, la CAI. Con
anterioridad, hasta el primer año en que disputó la ACB, el rótulo
de Zaragoza había identificado al club rojillo por las mejores
pistas de la Segunda División (la LEB) y no solo por figurar en las
camisetas de entrenamiento. Fue volver a la élite y dar comienzo ese
desapego territorial…
No se trata de que el actual equipo de
basket de Saraqusta luzca una tipografía tan identificativa como la
que le imprimió José Luis Rubio en los años ochenta al antiguo CAI
(que, todo sea dicho de paso, no pudo mantener en los sucesivos
patrocinios de Banco Natwest y Amway). El tan odiado y tan admirado
presidente del CBZ, que traía modelitos originales made in USA
para su equipo fuera a la última, supervisaba personalmente la
serigrafía del nombre de la ciudad; para él ese matiz era tan
importante como fichar al mejor americano de turno. Nos conformamos,
treinta años después, con las mayúsculas que decoran el escudo del
equipo y que ya lustraron la equipación oficial.
Aragón y su nueva marca Á, sí ha
sabido impregnar, a través de los convenios para la Promoción del
Deporte y la Difusión de la Imagen de Aragón, de un sentido a la
inversión pública que realiza. Y a día de hoy es la región la que
se pasea letra a letra por Europa. Porque el CAI, en su primera
temporada disputando una competición continental como la Eurocup,
sigue luciendo el pecho vacío, y pudiendo erigirse como referente de
una ciudad que está de moda (porque Zaragoza, en muchos ámbitos,
está de moda), prefiere seguir siendo estandarte apátrida de un
lugar que muchos califican como ciudad de baloncesto pero que
irremediablemente necesita un sujeto para tan rimbombante frase.
Si contemplamos desde un punto de vista
marketiniano el tema de las camisetas, podemos afirmar que los
dos modelos puestos a la venta por el club esta temporada (recuerden,
primera en la historia del club que se compite a nivel internacional)
son idénticos, a excepción del logo de la competición continental,
una medalla azul en la base de uno de los tirantes que sustituye a la
enseña de la competición doméstica de la Liga Endesa. ¿Y si la
diferenciación entre productos hubiera venido dada, aun con el mismo
diseño repetido del año anterior, de la mano del nombre de la
ciudad colocado en la parte frontal?
Los equipos de la NBA procrean
alternate jerseys, recuperan modelos vintage y pronto darán
al aficionado la oportunidad de llevar al parquet sus propios diseños
para el equipo de sus amores. Allí están obligados a lucir en una
de sus indumentarias el nombre de la ciudad (medida que bien podría
aplicar la ACB si quiere alguna vez potenciar la venta de este tipo
de productos). Pero el modo en el que la franquicia de los Nets
organizó su traslado a Brooklyn (que es un ¡barrio! de Nueva York)
y montó su estrategia de merchan, da una ligera idea de la
importancia que tiene en la mejor liga del mundo la identificación
del equipo con la ciudad en la que juega. Ya que, dicen, no volverán
los tiempos en los que sean mayoría de jugadores zaragozanos los que
se enfunden la camiseta del CAI para poder representar a Zaragoza
jugando al baloncesto, consigamos una mayor vinculación imprimiendo
el carácter y la sonoridad del nombre de nuestra ciudad a la
camiseta de juego. Así que: #PongaZaragozaEnSuCamiseta antes de que,
por cuestiones económicas, tenga que figurar Georgia como destino
turístico de primer nivel, por poner un ejemplo.
Y dejemos a la ciudades en camiseta.
Jorge Albericio
Javier Burguete
Galería de Fernando Radigales (fotos)
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